William Mistake dejará atrás el negocio familiar para cumplir su sueño de enrolarse en la academia de policía de su ciudad natal, Manhattan, quien en compañía de su compañero Robert Gleason resolverá asesinatos de lo más variopintos como es el caso “Margarita”, entre otros, no pudiendo imaginar jamás que “La Red” fuera tan grande ni que la mafia siciliana diera tantos quebraderos de cabeza. William Mistake, de carácter muy distinto a su compañero, conocerá el clímax sexual hasta tal punto, gozando como nunca antes lo había hecho siendo en ese momento cuando conozca el verdadero significado del éxtasis en el acto más fogoso entre dos personas que realmente se aman. ¿Serán capaces de atrapar al asesino en serie que asola las calles de Manhattan? ¿Llegarán a descubrir qué significan los símbolos y letras que aparecen escritos en los cuerpos de las víctimas? Los inspectores William Mistake y Robert Gleason deberán atraparle si quieren detener la oleada de crímenes que asolan las calles
OPINIÓN
Es imposible tomarse el libro al pie de la letra, como una novela realista. Al principio desconciertan la cantidad de inconcruencias y anacronismos de la historia (incluido algún que otro gazapo de escritura). Pero poco a poco se le va cogiendo cariño y va aflorando la sonrisa cuando vuelve a aparecer otro de estos elementos característicos. Hay que tomárselo como un cuento, como realismo mágico, ambientado en el Nueva York de los años 30, con gansters, bandas y asesinos en serie.
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