sábado, 5 de agosto de 2017

Ayer

Ayer di un paseo en un Merdedes, un pedazo coche nuevecito que es más alto que yo con tacones (vale yo tampoco soy muy alta). Un amigo se acaba de comprar coche nuevo y me dijo que me llevaría a dar una vuelta. Ayer lo cumplió. Una vuelta pequeñita, solo para probarlo, pero vamos progresando. Es la primera vez que nos vemos fuera de su piso, aunque solo fueron 15 minutos en coche. Y me ha regalado una pulsera de puesto de la playa y un imán de nevera de su viaje a Barcelona. Con eso me ha ganado, soy una chica de gustos sencillos. Cuando quiere puede ser un encanto. Supongo que por eso sigo enganchada. (Bueno, y por la cama, no voy a negarlo, cada vez nos complementamos mejor).

Hace tres semanas me descargué la aplicación de Tinder. Tenía un sábado tonto, me había tomado unos martinis de aperitivo y me sentía sola. Descargo la aplicación, subo un dibujo como foto (una foto de verdad nunca), y empiezo a dar a la derecha y a la izquierda a las fotos. En seguida me saltaron un montón de chats. Entre martini y martini empecé a hablar con varios de ellos y la verdad es que estuvo divertido. No he vuelto a entrar. Me llegó un pico de trabajo que me ha mantenido pegada al portátil incluso en casa, sábados, domingos y festivos.

Pero hay un chico, con el que hablo por wassup, que ha sido muy paciente. Nos damos toques de vez en cuando y a pesar de que le he dejado colgado más de una vez, él sigue preguntando por mí. Siempre acabamos hablando del mismo tema y dando vueltas con frases con segundos y terceros sentidos. El otro día ya me dijo divertido que esto era como jugar al gato y al ratón. El martes le pregunté directamente cuáles eran sus intenciones conmigo y me dijo que le apetecería conocerme, para ver si hay algo de química entre nosotros y puede haber algún contacto más íntimo que hablar por wassup. Le dije que a mí también me apetecía, pero todavía no hemos concretado nada.

Mis experiencias con amigos por internet han sido extrañas. Hace muchos años me hice amiga de un chico, pero solo amigos. La verdad es que era de un mundo totalmente diferente al mío, pero salimos unas cuantas veces (incluso fuimos de viaje juntos a Londres) y fue toda una experiencia. Luego se marchó fuera a trabajar y le perdí la pista. Era un personaje interesante. Años más tarde conocí a otro chico, también salimos un par de veces, pero era muy raro para mí. No había nada de él que me atrajera y se veía que él sí que quería algo más. Dejé de contestar a sus llamadas y mensajes. Sé que es un poco cruel, pero no me apetecía seguir con ello.

Ahora tengo a este otro chico en perspectiva. Sus intenciones son claras, nos conocimos en Tinder, pero puede ser positivo para pasar el rato y salir un poco de casa. No sé qué pasará.

No hay comentarios: