Un hombre misterioso se sienta en un reservado de un restaurante. La gente se acerca para hacerle peticiones: un padre con un hijo enfermo, una mujer que quiere ser más bonita, una monja que quiere escuchar a Dios otra vez. Este hombre puede satisfacer todos sus deseos, pero sólo a cambio de un precio: deberán renunciar a sus principios morales, a su conciencia, y ejecutar actos abominables. Pero el hombre no obliga a nadie. Su pregunta es siempre la misma: ¿hasta dónde estarías dispuesto a llegar con tal de conseguir lo que quieres? (FILMAFFINITY).
OPINIÓN
Sin salir de la cafetería, más bien, sin salir de la mesa de la cafetería, se nos plantean diferentes personas con diferentes problemas y anhelos en su vida que quieren cambiar. El hombre de la mesa les propone tratos o tareas a cumplir. Poco a poco, a trevés de las cpregunstas y als conversaciones con el hombre, se van viendo los avances y los objetivos reales de las tareas propuestas, muchas veces diferentes a los que las personas querían pero casi siempre cumpliendo sus verdaderos deseos ocultos, aunque ellos ni siguiera lo supieran.
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