Hace dos meses conocí a un chico.
No iba a contar nada porque la cosa estaba en marcha
y yo me sentía a gusto viendo como iba. Pero ya se acabó. Y como
otras veces, este blog me vale como vía de escape. Estuve en un
curso en el que decían que la preparación por escrito es
importante, que te obliga a pensar las cosas tres veces: cuando las
piensas, cuando las escribes y cuando las lees después para ver lo
que has escrito. Ahora me doy cuenta de que lo que hago en este blog
es algo así. Analizo, concreto, pongo por escrito y me ayuda a
seguir y pasar página.
Como decía, nos conocimos hace dos meses en una de
esas aplicaciones de citas en las que estoy apuntada. Al principio no
me llamó la atención, la foto era un poco de chulo de discoteca y
en su perfil decía que buscaba una relación seria. No era lo que yo
buscaba. Pero empezamos a hablar, nos caímos bien. Me dijo que en
realidad no sabía bien lo que buscaba, que se había apuntado porque
le había comentado una amiga. Nos conocimos un viernes y el sábado
me llamo por teléfono. Me quedé congelada, yo iba en el metro,
rodeada de gente y no sabía qué podría haberle dicho en nuestra
primera conversación con voz. Le colgué, pero se lo expliqué. Ese
sábado me iba de cena con unos amigos y bueno, digamos que el
domingo no estaba muy fina. Entre la resaca y lo que me pasó por la
mañana estaba bastante enfadada con el mundo. Pero él me volvió a
llamar y esta vez le cogí. Estuvimos un rato hablando y durante ese
rato me olvidé de los otros asuntos que me reconcomían la cabeza.
Me ayudó a que no le diera importancia a lo otro y a pasar un buen
rato.
Esa semana hablamos todos los días, primero
chateábamos en el wassup un rato y luego me llamaba. Hablábamos una
hora o una hora y media, hasta que me daban las tantas y me tenía
que ir a dormir. Me envió fotos, pero yo no le envíe nada. Me decía
que no quería, que estaba muy bien conmigo y que no quería verme en
persona para no estropear eso. Estupendo, me dije, un chico majo, se
puede hablar con él, no está buscando una cara bonita para pasar el
rato. Un amigo.
El viernes llegué tarde a casa de trabajar, bastante
agobiada. Estaba ya en modo pijama y sofá cuando me propuso que por
qué no cenábamos juntos. Acepté. Me encantan los planes
espontáneos. Y quedamos. Estaba supernerviosa, pero tampoco tanto.
Me había dicho que nos caíamos muy bien como amigos, así que en
principio: riesgo cero. Cenamos, hablamos, tomamos unos vinos, unas
copas y cuando me quise dar cuenta me besó. Yo flipando, es la
palabra. Me ha pasado un par de veces, será que no veo las señales.
Lo primero que pienso es: "vaya, llevo un rato hablando y no me
ha escuchado nada de nada", luego me digo: "qué coño!, me
gusta, a por ello!". Nos besamos bastante esa noche, como críos
y cuando se estaba terminando me preguntó que qué quería hacer. Y
le dije que sí, que ir a su casa.
Estuvo muy bien, a pesar de lo bebida que estaba. No
usó protección. Eso me preocupó, pero estaba en los últimos días
de la regla, se supone que el riesgo es mínimo. En el baño de su
casa, frente al espejo, me decía: "¿en qué te estas metiendo?
No puedes correr riesgos como este. No puedes dejarte llevar por
mucho que te guste". Y me gustaba. Un chico maduro, con la
cabeza bien puesta, eso no se ve todos los días. A la mañana siguiente me
acercó al metro e hice le paseo de la vergüenza a casa. Estaba muy
desconcertada. Habíamos hablado durante horas la semana anterior y
ahora esto. ¿Qué iba a pasar?
Quedamos varias veces esa semana, un día me quedé a
dormir en su casa y me preparó la cena y me trajo el desayuno al día
siguiente, un cielo. Pero la dinámica había cambiado. En lugar de
hablar durante horas quedábamos y teníamos sexo y luego un café, o
un café y luego sexo. Echaba de menos el hablar como amigos, pero
bueno, teníamos otras cosas.
Un viernes tuve otra comida, esta vez con compañeros
de trabajo. Nunca sé cómo terminan estas cosas, porque cuando tengo
ganas de fiesta todos se van a casa. Y otras veces, a pesar de haber
fiesta me acabo agobiando y me voy yo sola. Esta vez estaba animada,
pero le dije a este chico que si la fiesta acababa pronto igual le
daría un toque. La fiesta no acabó, terminé animándome y nos
dieron las tantas cantando en un karaoke. Al día siguiente le mandé
un guiño por el wassup para ver qué estaba haciendo, pero estaba
mosqueado. Parece ser que había quedado con él y lo había
plantado. Tan convencido estaba que tuve que releer los mensajes.
Pues no, le había dicho que igual le llamaba. Esa debió ser la
primera pista.
También me dijo que siempre era él el que escribía
primero. Le dije que yo me sentía una tonta cuando escribía y no me
contestaban, pero él me dijo que no lo pensara tanto, que si me
apetecía que lo hiciera. Que él me contestaba. Le creí.
Seguimos otra semana más o menos igual. Pero el
finde me tenía que ir. Tenía una despedida de soltera y no podía
faltar, yo llevaba en mi coche a casi la mitad de las integrantes. Me
dijo, medio en broma, que cuidado, que no conociera a nadie porque ya
estaba él aquí esperándome. A estas alturas ya había bromeado
sobre que estábamos muy bien juntos y a ver si esto iba a ser algo
más, a ver si iba a acabar enamorándome de él. Yo le quitaba
importancia bromeando también, pero empecé a pensarlo un poco en
serio.
El finde de la despedida ni hablamos, ni un mensaje
de qué tal, si había llegado bien o no. El domingo a mediodía sí
intercambiamos mensajes, no recuerdo quien empezó, creo que yo, pero
casi de lo único que hablamos fue del dinero que había ganado en el
poker online. Estaba muy excitado. Vale, me dije, no pasa nada. Ya le
contaré mas adelante si me pregunta.
Y pasamos otra semana más o menos igual. Seguía
echando de menos las charlas iniciales y los mensajes que me mandaba
cada día. A veces le escribía y me contestaba horas más tarde con
alguna escusa como la familia, el gimnasio, el trabajo, que estaba
durmiendo. No pasa nada, acepto las excusas cuando son explicadas. No
teníamos nada serio así que no me debía explicaciones.
Llegó el fin de semana de San Juan, era sábado
hacía muy bueno, y quedamos para comer. Creo que por insistencia
mía, ya que le había medio insinuado que sólo quedábamos para el
sexo, que quería hacer otras cosas. Se enfadó un poco y me recordó
el par de veces que habíamos cenado y salido, incluida la vez que
nos habíamos conocido ya que habíamos cenado y salido de copas.
Ese sábado fue fantástico. Comimos, nos fuimos a
una terraza frente al mar a tomar algo a la tarde, hablamos mucho. Estaba muy a gusto y le dije que
viniera a mi casa. Nunca he subido a nadie a mi casa, excepto aquella
vez hacía un millón de años y que fue un desastre.
Le enseñé mi casa, mi desorden, mis trastos tirados
por ahí, mis libros, mi dormitorio, mi cuarto desastre. En fin, le
abrí mi vida privada como no se la he abierto a nadie, ni siquiera a
mi familia. A la noche se fue, tenía que trabajar, pero al día
siguiente a la tarde volvió a venir. Fue uno de los mejores fines de
semana que he pasado en mucho tiempo.
El lunes quedamos para un café rápido, me dijo que
buscaba algo más que pasarlo bien, que no estaba como para perder el
tiempo. Que lo pensara, que no era un ultimátum pero que le diera
alguna vuelta. Me agobié bastante. Era una decisión importante.
Nunca he tenido una relación, nunca he conectado con nadie a
nivel sentimental. Solo a nivel amistad y siempre salió mal, siempre
acabé dando de mí más de lo que había recibido. Llegué a
casa pensando, pero también pensando en que me iba el finde fuera
otra vez.
Antes de conocernos en persona habíamos hablado de
ir juntos a Madrid. A él le apetecía un plan de ir hasta allí, ir
de tapas a no-se-qué barrio, una noche de fiesta y volver, pero no
tenía con quién. Yo le dije que encantada. No se creyó que lo
decía en serio, sin conocerlo siquiera, pero sí, era en serio. Me
encantan los planes, sobre todo si son espontáneos y algo alocados.
Yo soy muy mala para planificar, pero si me proponen algo siempre me
apunto. Cuando nos conocimos y me contó de sus horarios, ya vimos
que era casi imposible, pero bueno, había un finde por ahí que
estábamos los dos libres y le dije que si estaba interesado que lo
reservara. Al acercarse la fecha me dí cuenta de que ese finde iba a
haber un espectáculo en Madrid que llevaba esperando varios meses.
Le dije que yo me iba sí o sí ese finde a Madrid. Que si quería
venir conmigo, estupendo, pero si no, yo me iba a ir de todas formas.
"Vale, déjame pensarlo, tengo que mirarlo", me dijo.
Ese lunes después de la conversación todavía
no me había confirmado nada. Así que decidí sacar los
billetes y la entrada y le dije que como no me había dicho nada me
iba sola. Él me dijo ya sabía que no podía irse y yo lo entendí,
pero me lo podía haber dicho antes, ¿no?. A estas alturas era como
la pista número 27. Ni confirmaba ni negaba los planes. Dejaba
correr el tiempo hasta que pasaba la hora o el día. Me preguntó que
si quería que fuera a esperarme a la vuelta. Le dije que sí, pero
que solo si no estaba ocupado o no tenia otros planes. Una es educada
y ha vivido mucho tiempo sola. No tengo derecho a imponer mis idas y
venidas a nadie. "Vale, pues no voy". Me quedé ojiplática.
¿Que había dicho esta vez? ¿En qué metí la pata? Me dice que
mejor lo dejamos, que no parezco muy interesada, que me dedique a mis
chicos de la aplicación y que ya quedaremos para tomar algo algún
día. Una hora antes me había dicho que no me agobiara, que lo
pensara, que no era un ultimátum. Reconozco que esa noche lloré. Me
afectó mucho. Durante dos días no hablamos, me bloqueó el wassup
"para no sufrir", según él, pero estaba en la aplicación
donde nos conocimos.
Al principio pensé: "vale, le mando un mensaje
el domingo cuando vuelva", luego pensé: "le mando un
mensaje el viernes cuando me vaya". Al final le mandé un
mensaje el miércoles. Lo estaba esperando. Al final me sonsacó y me
obligó a confesar que sí, que me gustaba mucho y que quería
empezar algo serio con él. "¿Ves? No era tan difícil".
Sí, aunque él no lo crea, para mí fue muy difícil. Me estaba
exponiendo más de lo que lo he hecho nunca, le estaba dejando entrar
donde nadie había entrado. Le estaba abriendo mi corazón. Estaba
acojonada porque le estaba dando todo el poder sobre mi, para
quererme, pero también para pisotearme.
Nos vimos el jueves e hicimos las paces.
Me fui el viernes. Le mandé un mensaje desde el
autobús comentando que ya estaba en camino, él estaba de paseo con
su padre. Vale. A la noche le mandé otro mensaje para decirle que le
echaba de menos. Nada. Le mandé un mensaje el sábado a mediodía ya
que no sabia nada de él y me dice que a la noche estuvo enfermo.
Vale. Podía haberme dicho algo al ver mi mensaje al día siguiente,
pero nada, tuve que enviarle yo un mensaje cuando ya estaba cansada
de no saber nada. Pista numero 48. El sábado antes de entrar al
espectáculo estuvimos hablando. Todo muy bien. Hasta bromeó sobre
que si me portaba bien igual iría a esperarme al día siguiente
cuando volviera. Se me acabó la batería del móvil y no pude
contestarle a su mensaje de la noche. Tengo que confesar que no me
apetecía encender el móvil luego, cuando lo puse a cargar. Total,
me iba a hacer algo parecido a lo de la noche anterior. Además había
estado todo el tiempo despreciando el espectáculo que iba a ver, en
lugar de interesarse por él. El domingo intercambianos unos mensajes mientras estaba desayunado, pero le dije que me tenia que ir que tenia que entrar en el museo, asi literal. No preguntó ni en qué museo estaba ni lo que iba a ver. Sin noticias desde entonces, me monto en el
autobús a la tarde y sin noticias, le mando un mensaje para ver si finalmente
se animaba a ir a buscarme y durante un rato sin noticias. Más tarde
contesta que no va a poder, que está en el hospital con un pariente.
Lo entiendo, Pero podía haberme dicho algo. No habíamos quedado en
serio pero habíamos hablado de vernos a mi vuelta. Si no iba venir
podía habérmelo comentado. Pista número 57.
En toda la semana no nos vimos. Yo no propuse quedar
ningún día y él tampoco, además de que nuestro horarios laborables tampoco acompañaban mucho.
El viernes trabajaba de noche y me propuso un plan,
venir a mi casa el sábado de madrugada, cuando saliera. Genial. Me pareció muy
bien, aunque me prometió hacerme cosas que luego no hizo. El sábado
a la mañana le dejé durmiendo y me vine al ordenador, por pasar el
rato. Estaba muy contenta y feliz. Allí, en el cuarto de al lado
había un chico en mi cama. Esto prometía. Me permití fantasear un
poco sobre el futuro y a dónde nos llevaría todo esto. Había
hablado varias veces sobre el futuro, medio en broma, sobre vivir juntos, sobre ir de vacaciones, pasar las navidades juntos, incluso sobre dejarme embarazada en un descuido y tener un crío, cosa que no me hacía mucha gracia, por cierto, pero me estaba
ilusionando. A mediodía se marcha y me dice que igual repite la
noche siguiente. Estupendo. A las seis de la mañana yo estaba ya
esperando toda expectante pero me manda un mensaje diciendo que está
muy cansado y que se va a casa. "Luego, cuando me levante, te llamo y tomamos algo a
la tarde".
Domingo a mediodía sin noticias. Bueno, estará
durmiendo. Domingo a la tarde sin noticias. Le mando un mensaje.
Quedo con mi hermana, le tenía que dar unas cosas, y miro el móvil
cada 5 minutos. Sin noticias. Domingo a la noche. "¿Te ha
pasado algo? Estoy preocupada". Estaba en el hospital y se
había dejado el móvil en casa. Vale. Me sentí fatal todo el día,
porque no me gusta ser tan dependiente de una persona, sobre todo si
me está ignorando.
El lunes él tenía libre y habíamos hablado de ir a
la playa cuando saliera yo de trabajar. El domingo, por lo del
hospital, le pregunté si se anulaba el plan. "No, no se anula.
Mañana playa". A las tres de la tarde le mando un mensaje y me
dice que está en casa, que hace mucho calor. Claro, el plan era ir a
la playa porque hacía bueno. Le convenzco para ir y encontrarnos allí, pero justo hay un
atasco impresionante y se cabrea bastante. Siempre me pasa. Cuando yo
propongo los planes siempre hay algo que sale mal y me siento fatal.
Pero quedamos, tomamos algo, vamos a su casa y finalmente me acerca a
la mía. Quedamos para ir a la playa al día siguiente.
El martes sobre las tres le vuelvo a preguntar dónde
está, si ya ha llegado. Estaba durmiendo y se iba al gimnasio. Me
fui a la playa sola. Esto empezaba a mosquearme. Me dijo que
luego me llamaba. Sinceramente no le creí. Y me olvidé
completamente. El sol me da dolor de cabeza y estaba hecha polvo a la
tarde. Pues sí me llamó, pero no me enteré. Había dejado el móvil
en el bolso en la entrada y no oí ni sentí su llamada. Cuando lo vi
era bastante tarde. Y se mosqueó porque no le cogí. Traté de
explicarme pero no sé si me creyó.
Quedamos al día siguiente y hablamos de ir el sábado
a las fiestas. Llegó el sábado. Sin noticias nuevamente. Le mando
un mensaje tardío y me dice que está de nuevo en el hospital.
"Gracias por el aviso", fueron las palabras que no
pronuncié. Ese finde acabé en casa sola, sin noticias suyas y sin
quedar con nadie.
Lo del hospital lo entiendo, al fin ya al cabo es un
pariente, y cuando me decía que estaba o que había ido al hospital
me sentía fatal. Es un momento de estar con la familia y allí
estaba yo, mandando mensajes y quejándome por dentro porque no me
hacía caso. Pero otras veces, que yo suponía que estaría fatal o
con su familia, me decía que estaba en el gimnasio, o de compras, o
en la playa o tomando algo. Esas otras veces me crispaban por dentro
un poco. Yo conteniéndome por darle espacio con su familia en estos momentos duros y él en el gimnasio o en la playa, cuando no había sido capaz de haber ido conmigo ningún día.
El domingo a la noche nos vimos, cenamos y me quedé
en su casa. El lunes vino a mi casa. Bromeó sobre quedar el martes
más pronto para que le hiciera la cena y por una vez cocinara yo algo.
"Sobre las siete" me dijo. A las siete y cuarto le mando un
mensaje. "¿Habíamos quedado? Se me había olvidado" me
contesta. Me acerqué a su casa mas tarde.
El miércoles tomamos algo a la tarde y comentamos el
plan del jueves. "Tenemos que ir de pintxo-pote" me dijo
una vez. "¿Cuando?, el viernes me voy
fuera", le dije yo. "Pues el jueves". El miércoles volvimos a
comentarlo y me dijo algo como que tocaba pintxo-pote y que iba a
quedar con su padre. Yo le dije que tenía que madrugar el viernes y
que luego tenía viaje, que no podía trasnochar. No quedamos
en nada. Supuse que se había vuelto a olvidar y que se iba a ir con
su padre. Le mandé un mensaje de buenas noches cuando me fui a
dormir pero no me contestó. Pensé que estaba a tope de trabajo.
El jueves sigo sin mensajes. Ni buenas noches, ni
buenos días. Las cinco y media de la tarde y sin noticias. Le mando un
mensaje y sin respuesta. Ya no sabía qué hacer. Le había dicho
muchas veces que eso no me gustaba. Que me sentía imbécil
escribiendo mensajes sin respuesta, que si iba anular los planes que
me avisara. Pero nada. Una vez mas sin noticias. Me fui de compras,
pero me acabé aburriendo y comiendo el coco con el mismo pensamiento
una y otra vez. Así que a las seis y media llamé a un amigo para
tomar un café.
Tengo que explicar algo de mi amigo. Le conocí el
año pasado y estuvimos tonteando una temporada hasta que al final
nos enrollamos. Lo hicimos dos veces. Y luego nada. Quedábamos de
vez en cuando para tomar algo y charlar, pero como él no tiene casa (vive con sus padres) y yo
no le traía a la mía, pues nada. Nos quedábamos con las ganas.
Pero al final hasta eso se fue acabando. Yo le insinuaba que podíamos
quedar cuando quisiera, pero él me decía que cuando quisiera yo,
que era la que tenía un horario de trabajo horrible. Le tocaba
cuidar a su hijo un finde sí y otro no. El finde que no le tocaba no
tenía noticias suyas, y sin embargo cuando tenía al niño me
mandaba mensajes para quejarse en general de que con el niño "no había
forma de echar un polvo". Yo también quedé alguna vez con él
cuando le tocaba niño y les veía a los dos, creo que estaba
evitando que se diera la situación de estar solos y sin
impedimentos. De hecho cuando hablábamos siempre salía el tema de
que cuando uno tiene ganas de hacerlo encuentra el medio como sea. Y
nosotros llevábamos meses sin concretar nada. Parecía que no había
nada ya, que lo nuestro había evolucionado a colegas que toman algo
y se cuentan sus aventuras, tanto laborables como amorosas.
Pues quedé con ese chico. Por mensaje le había
dicho que estaba viendo a alguien. Y me pareció un buen amigo a
quien contárselo. No forma parte de mi vida privada, ni familiar ni
laboral, así que le podía contar cualquier cosa sin peligro de que
luego se supiera. Soy muy celosa de mi intimidad. Así que le propuse un café, esta vez solo como amigos de verdad, sin ningún tipo de expectativa. Le hablé sobre el
chico con el que salía. Se alegró por mí. Y también me dijo algo
que me hizo pensar. Hablando de las vacaciones le comenté que este
chico me había invitado a una casa que había alquilado en verano.
Pero le dije que todavía no lo veía claro, que ya había anulado
otros planes y que no habíamos concretado nada. Iban a ir también
unos días su padre y su hermano y no era plan de coincidir allí con
ellos. Seguro que al final no iría. Y mi amigo me dijo: "Si
realmente quiere estar contigo ya habría organizado todas las fechas
y concretado para que fueras". Traté de excusarlo diciendo que
todavía no estábamos en ese punto. Pero fue algo que me hizo
pensar.
Mientras estaba con mi amigo me mandó un mensaje. Se
acababa de despertar y se iba al gimnasio. A ver si nos veíamos
luego, a las diez de la noche. ¿Me estaba tomando el pelo? Casi 20 horas sin saber
nada de él, finalmente me dice que está ocupado, ninguna mención
al posible plan que habíamos hablado y encima me dice de quedar a la
noche cuando yo le había dicho que tenía que dormir porque al día
siguiente tenía un viaje de 4 horas y media en coche. Así que le
dije que no, que no iba a quedar, que tenía que irme pronto a la
cama y que luego hablaríamos. Y volví con mi amigo y nos tomamos
otro café.
Cuando llegué a casa le mande un mensaje y le
comenté que había estado tomando café con mi amigo. Todo se fue a
la mierda en ese momento. "Me has traicionado. No esperaba esto
de ti". Flipando, en este caso en sentido negativo. "Habíamos
quedado y me has ignorado. Y estabas con él". "Es un
amigo, solo un amigo, le conté que estoy contigo". "Se
acabó, quédate con él". "No quiero quedarme con él.
Quiero estar contigo". "Me has traicionado, sabiendo mi
historia. Me has hecho lo mismo que las otras". "No es lo
mismo, es un amigo, hemos tomado café, no hay nada, no es nadie, me
importas tú". Nada, no me quería escuchar. Le llamé, pero me
colgó. Le dije que viniera a mi casa, que habláramos. No quiso. Le
dije que iba a su casa. Tampoco quiso. "Pásalo bien este fin de
semana. Vete con tu chico. Ya hablaremos". No había forma de
que entrara en razón. Me quedé hasta la una y media mandando
mensajes hasta que acabé agotada. Estaba angustiada. No podía
hablar con él. No quería escucharme. No me creía. No quería saber
nada de mí.
Al día siguiente volví a intentarlo, pensando que
se habría calmado, pero no. Seguía igual. Le dije que me iría del
trabajo, que no me importaba salir de la oficina e ir a verle, que él
era más importante. Pero no quiso. Con lo bien que estábamos y lo que conocía de mí, ¿cómo es posible que pudiera pensar eso de mí y acusarme así? ¿Cómo podía pensar que me iba a ir con otro teniéndole a él? No me conocía nada. Quise verle antes de irme de viaje. Quise que quedáramos para contarle sobre mí, sobre mi vida, sobre mis experiencias, sobre las cosas que me habían pasado en el pasado, para que entendiera que yo nunca haría lo que me estaba acusando de haber hecho. Pero no me quiso escuchar, seguía en su idea y nada le hacía cambiar o reflexionar. Quise contarle cosas que nunca le había contado a nadie, porque me importaba, porque quería que me conociera y viera que no soy como se estaba imaginando. Pero no me dio la oportunidad.
A la tarde cogí el coche y me fui de viaje, a la
boda. Pensé mucho, tuve muchas conversaciones imaginarias con él,
pensando en lo que quería decirle, en contarle toda mi historia para
que entendiera y tuve monólogos larguísimos conmigo misma. Por un
lado el viaje y la boda me vinieron bien. Consiguieron que cambiara
de aires, que me distrajera, que pensara las cosas más fríamente, que pusiera distancia, tanto física como emocional.
Le mandé varios mensajes diciéndole que le echaba de menos. No me
contestó a ninguno.
El lunes por la mañana por fin me contestó. Pero no
iba a cambiar de idea. No había nada que hacer. Entonces fue cuando
me cabreé yo de verdad. Ahora era yo la que se sentía traicionada.
Se supone que estábamos empezando algo serio y no quería ni
escucharme. Mi traición había sido infinita. Cómo es posible que
hubiera quedado con ese chico sabiendo que quería acostarse conmigo,
cómo es posible que le hubiera ignorado por él, cómo es posible si
teníamos planes, si habíamos quedado.
Perdona, pero no habíamos quedado. Una vez mas,
habíamos hecho medio planes y no habíamos confirmado nada. No le
había ignorado, solo me había hecho un plan alternativo para no
pensar una y otra vez en por qué él me estaba ignorando a mí. Y
sí, puedo quedar con un chico cuando quiera si es para tomar un café
y charlar. No tengo que pedir permiso a nadie. Le dije que habría
aceptado que me dijera que no le había gustado que quedara con él,
y habría estado en mi derecho de aceptar no volver a verlo o sí, si me pedía que no lo viera más.
Pero lo que ya no soporté es el numerito de berrinche de niño
pequeño. Ya no me iba a humillar más a mí misma, ni a arrastrarme, ni a pedir más disculpas
cuando no había hecho nada malo.
Teníamos algo que se supone que iba para adelante y
él lo ha estropeado en cuestión de minutos con una rabieta infantil
sin sentido. Entre más vueltas le doy más convencida estoy de que
no he hecho nada y que no es mi culpa. Con el tiempo incluso estoy
pensando que estas cosas ha sido mejor que haya salido al inicio y no haber
esperado hasta estar en una relación de verdad que habría sido
mucho mas dura de romper.
Me da pena que todo haya acabado por esta tontería.
Teníamos muchos más motivos para romper con el tiempo, pero no
hemos tenido la oportunidad de ver si los habríamos superado o no:
su falta de compromiso para conmigo, que me hacía sentir que no
importaba nada en su vida, su obsesión por el gimnasio y la comida,
el hablar continuamente del dinero o del trabajo, el no preguntarme
nada a mí, y no intentar conocerme, dando por hecho que lo que él
suponía de mi era la verdad absoluta, su falta de interés e incluso
desdén por mis aficiones, de las cuales no ha llegado a conocer ni
una pequeña parte, lo diferentes que somos en cuanto a ir de viaje y
conocer sitios nuevos (él es de terracitas y cañas, y yo soy de
patear las calles, ver museos y ruinas), su insistencia en que no me
cuidaba, que me pusiera más vestidos, que me maquillara y que me
tiñiera el pelo para que no se me vieran las canas, el que no me
considerara una amiga ya que conmigo no querría hablar de cosas tristes. En fin, había muchos motivos para que el tiempo hubiera
puesto fin a nuestra relación y supongo que él tendrá una lista
parecida sobre mí. Pero no le dio ni una oportunidad.
Tuvimos momentos buenos. En la cama era genial,
aunque me dijo que se cortaba conmigo. Yo le decía que me hiciera lo
que quisiera, pero no llegó a soltarse. Sí que es verdad que el no
usar protección me daba bastante miedo. Una vez tuve que tomar la
píldora del día después, y eso no es una tontería. Pero me
compensaba con la parte buena. Me gustaba acariciarle y abrazarle
cuando estábamos tumbados. Me encantaba abrazarle por detrás y
apoyar mi frente en su espalda desnuda y acurrucarme. Me gustaba
incluso oír su respiración y sentir su aliento en la nuca o en la
frente. Es algo que nunca he soportado, la respiración de otra
persona y mucho menos su aliento, el soplo de aire en mi cara o en mi
hombro. Con él estaba a gusto así. Lo pensé una noche y me dije:
"esto es especial, si no me molesta y estoy a gusto así, tiene
que significar algo". Y cuando charlábamos y me contaba de su
familia y lo mucho que quería a su padre, lo mucho que admiraba a su
hermano. Y lo orgulloso que estaba de su trabajo, que todos le tenían
mucho respeto y en mucha estima. Cuando me hablaba de su ex y de lo que había
sufrido, y me daban ganas de abrazarle y consolarle, aunque nunca lo
hice, soy muy tímida y poco expresiva. Y de sus muchas amigas, que me hacían sentir celosa por dentro, pero nunca dije nada. Y lo mucho que quiere a sus perros, sobre todo al pequiñin que vive con él. Es la primera vez que dejo que un perro juegue conmigo, se me suba y acurruque en el regazo, que me coja la mano con los dientes a modo de juego, que me chupe la cara y yo que lo achuche y acaricie y le dija tonterías como a los niños pequeños, me estaba cambiando. Me llevo esos recuerdos.
A mí me ha costado muchos años salir de mi zona de
confort y de mi aislamiento y empezar a conocer gente. Me lo propuse
hace un año y bueno, he conocido a varios chicos. Pero nunca
hubo nada serio con nadie. Él me llegó al corazón, me empujó un
poco más, prometiendo que me daría la mano y me acompañaría. Pero
en cuestión de minutos lo estropeó todo, me sotó al borde
del precipicio y me empujó.
Ayer me decía que aunque no le creyera me tenía
cariño. Le dije que efectivamente no le creía. Que si alguien te
traiciona como se supone que lo he hecho yo, no le tienes cariño. Me
decía que sí, que él si podía. Le dije que si tienes cariño a
alguien no le haces lo que me ha hecho a mí, ni le tratas como me ha
tratado a mí. Me llamó boba, que es lo que siempre decía cuando parecía que exageraba o que algo no era como yo decía. Hoy me ha vuelto a escribir para decirme que ya
quedaremos algún día para tomar algo. "Cuando quieras"
(soy educada y ya no tengo fuerzas para replicar y entrar en otra
discusión, acepto lo que hay). "Vale, pues te aviso". Es lo que se dice para
quedar bien cuando no vas a volver a ver a una persona.
Sigo muy cabreada. Me dan ganas de llamar a alguien y
salir, emborracharme, enrollarme y no pensar. Pero luego me digo que
lo voy a hacer por despecho y tampoco quiero. Yo quería estar con
él. Pero no me ha dado ni una oportunidad. No ha confiado nada en
mí, y yo no le he dado ningún motivo para nada. No ha querido
ni escucharme, ni verme en persona,
Pues nada. Se acabó. No sé si volveré a verle.
Ahora me parece todo un espejismo, un sueño, como si no hubiera
pasado en realidad. Es todo tan irreal y surrealista...
He pensado que igual le mando el enlace a este post.
Para que conozca mi versión de la historia. No es para nada su
versión, pero es lo que yo he vivido y cómo me he sentido todo este
tiempo. Quizá no llegaría a leerlo, es mucha letra. O quizá lo
leyera, pero sería tan diferente de su versión que diría que hemos
vivido dos historias paralelas. O quizá no creyera nada de lo que
escribo aquí, total, tampoco me ha creído antes.
A ratos pienso que lo he vuelto a hacer, he vuelto a
ser una chica de transición. Me he relacionado con alguien que no
estaba preparado, que estaba pasando una situación de ruptura, que
aparecí yo, le entretuve durante un tiempo y luego me dio la patada.
Lo mismo que me ha pasada unas cuantas veces más y que me prometí a
mí misma que no lo volvería a permitir.
Me hizo creer que era alguien especial, pero a la
mínima me da la espalda. Parece que le he hecho algo malo a alguien
en otra vida porque el karma me lleva siempre a la misma situación.
Soy tonta, soy crédula. En cuanto alguien me dice dos palabras
bonitas le creo y luego me doy el batacazo.
Lo que más miedo me da es que acabe deprimida y de
vuelta a mi aislamiento. No debo permitirlo. Debo superarlo y seguir
adelante. Conocer más gente, amigos, amantes o lo que sea, pero no
debo perderme en esta espiral de pensar y pensar si pude haber hecho
algo diferente o no, si fue culpa mía o no. No puedo hacer eso.
Así que para finalizar, estoy libre otra vez. A ver
si me vuelven las ganas de conocer a alguien y espero que estas
experiencias no impidan que si aparece ese alguien especial no pueda
reconocerlo. No voy buscándolo y tampoco espero encontrarlo. Pero si
apareciera no quiero perdérmelo sólo porque algunas personas en mi
vida hayan jugado conmigo.
(2018/07/29)
Soy una imbécil. Ayer vino a mi casa, yo estaba enfadada pero no quería demostrarlo, quería superarlo, aunque se me escapaba mi lado borde cada pocos segundos. "Podemos ser amigos ¿no?", me dijo. Claro. Hasta que me besó por sorpresa, me arrolló y me sujetó fuerte y no paró de besarse. Pasamos casi dos horas en la cama. Amigos. No sé qué va pasar.
(2019/10/22)
Me reitero, soy gilipollas. Un año y pico después y no ha cambiado nada. Nos acabamos de mandar mutuamente a la mierda, literal. Lo que más me ha dolido es que dice que soy posesiva. Yo, que he pasado el verano sola, los fines de semana sola, los puentes, las vacaciones, las noches, sola. Que hemos salido a cenar dos veces en lo que va de año, que me sobran los dedos de una mano contando las noches que hemos dormido juntos, que nuestra media de encuentros en la cama es de uno al mes. Que le he pedido dos favores personales en todo este tiempo, dos, y en las dos ocasiones me ha fallado porque literalmente no le apetecía, y eso después de decirme que sí. Y tiene el valor de decirme que le pido demasiado y que soy posesiva. Pues menos mal, porque si llego a ser normal entonces no nos habríamos visto nunca. Se acabó. He borrado todo rastro de su presencia en mi vida. He roto en pedacitos el papel donde tenía anotado su número. Al final le he mandado el enlace a este post, pero no lo ha leído ni lo va a leer.
Es hora de cambiar el foco y centrarme en cosas que merezcan la pena y dejar de perder las energías en algo inútil. Este tema está zanjado y no volveré a hablar de él nunca más.
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