SINOPSIS
Los robots de Isaac Asimov son máquinas capaces de llevar a cabo muy diversas tareas, y que a menudo se plantean a sí mismos problemas de 'conducta humana'. Pero estas cuestiones se resuelven en Yo, robot en el ámbito de las tres leyes fundamentales de la robótica, concebidas por Asimov, y que no dejan de proponer extraordinarias paradojas que a veces se explican por errores de funcionamiento y otras por la creciente complejidad de los 'programas'. Las paradojas que se plantean en estos relatos futuristas no son sólo ingeniosos ejercicios intelectuales sino sobre todo una indagación sobre la situación del hombre actual en relación con los avances tecnológicos y con la experiencia del tiempo.
Las tres leyes de la robótica
1."Un robot no puede hacer daño a un humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño"
2."Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si estas órdenes entrasen en conflicto con la primera ley"
3."Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley"
OPINIÓN PERSONAL
Las historias planteadas, más que historias de robots son misterios por resolver. Cada cuento plantea un problema relacionado con un robot y cómo se va encontrando la explicación lógica aplicando las leyes robóticas.
Me gustó especialmente la segunda historia "Círculo vicioso" en la que un robot está atascado dando círculos sobre la posición la que le han ordenado ir, pero sin llegar o la historia "Pequeño robot perdido" en la que un robot literalmente se 'pierde' debido a una orden dada.
Como apunta Susan Calvin en la historia "Evidencia":
"—Porque, si se detiene usted a estudiarlas, verá
que las tres Leyes de Robótica no son más que los principios
esenciales de una gran cantidad de sistemas éticos del mundo. Todo
ser humano se supone dotado de un instinto de conservación. Es
la Tercera Ley de la Robótica. Todo ser humano bueno,
siendo la consecuencia social del sentido de responsabilidad, deberá
someterse a la autoridad constituida; [...]. Es la Segunda Ley de la
Robótica. Todo ser humano bueno,
debe, además, amar a su prójimo como a sí mismo, arriesgar su
vida para salvar a los demás. Ésta es la Primera Ley de la
Robótica. Para exponerlo claramente, si Byerley observa todas
las reglas de la robótica, puede ser un robot, pero puede también
ser simplemente una buena persona.
—Entonces —dijo Quinn— me está usted diciendo que no podrá
jamás probar que sea un robot."
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